Siria

Nunca me deja de sorprender la hipocresía de la mal llamada “comunidad internacional” ante los distintos conflictos armados en el mundo.

Cuando ya te has hecho a la idea de que el nivel máximo de miseria moral al que podían llegar era el de bombardear un país bajo la excusa de unas armas de destrucción masiva inexistentes o de la teórica defensa de los DDHH en unos países, que tras sus correspondientes invasiones siguen sin saber muy bien qué son, llega Siria.

Dos años de guerra, más de 100.000 muertos, 2 millones de refugiados y ahora, justo ahora, la “comunidad internacional” se da cuenta de que la población civil está en peligro y que ha existido un ataque de armas químicas que vulnera la legislación internacional.

Uso de armas químicas que, estoy convencido, no es la primera vez que se han utilizado en Siria, muy probablemente por unos y por los otros y muy probablemente también vendidas por los mismos terceros que ahora se rasgan las vestiduras.

Pero según el peor Nóbel de la paz de la historia (Barack Obama) se ha cruzado una línea roja. Una línea roja que él mismo trazó  por lo que entre que se decide y no debe de estar pensando algo así:

Si se matan con el armamento que les hemos vendido y que al fin y a la postre nos permite controlar la magnitud del conflicto ellos verán, ahora, empezar a matarse con armas químicas y que puedan convertirse en una amenaza para nuestros amigos, intereses económicos y geoestratégicos, entonces no, entonces toca intervenir.

¿Que las Naciones Unidas no lo tienen claro? ¿Que el Consejo de Seguridad no da el visto bueno porque Chinos y Rusos no están por la labor? No importa, mandamos inspectores de la ONU que nos hagan un informe que diga que quién uso las armas son los que hemos decidido que tienen que ser y ya está.

Así las cosas, en este país, como ya ocurriera en las vísperas de la invasión de Iraq, unos y otros se van posicionando sobre la conveniencia o no de los ataques basándose en argumentos tan peregrinos como el de que estar en contra de la intervención es estar a favor de Assad o su contrario, estar a favor de la intervención es estar con los rebeldes y por lo tanto con el imperialismo yankee o yendo más lejos aún, Al Qaeda.

Parece mentira que después de tantos años, todavía pretendan hacernos creer que la solución a este tipo de conflictos está en bombardear, intervenir y cambiar gobiernos por la fuerza de las armas sin tener en cuenta religiones, etnias, tribus y demás complejas realidades de estos países, y me parece todavía más increíble que haya gente que de por buenos estos argumentos.

Que nadie tenga duda, si Siria, en lugar de estar donde está, estuviera en la mitad de la nada, a la “comunidad internacional” poco o nada le importarían los DDHH de su población, el uso de armas químicas o que emprendieran su enésima guerra civil.