viernes, 6 de septiembre de 2013

Del suelo ético y el subsuelo político

Tanto la pasada legislatura como ésta, la Ponencia de paz y convivencia del Parlamento Vasco se ha convertido, en contra de lo que debería ser, en objeto de controversia y partidismo.

Si la pasada legislatura era el grupo parlamentario de Aralar quien sufría la ruptura como consecuencia de la puesta en marcha de la Ponencia, en esta legislatura es la propia Ponencia quien corre el riesgo de desaparecer.

Y mientras en la pasada legislatura el problema estaba en la ausencia de la izquierda abertzale del Parlamento, en esta ocasión, que la izquierda abertzale ya está presente, el objeto de polémica está siendo el que ha venido en bautizarse como “suelo ético” y que no es otra cosa que un compromiso en relación a la búsqueda de una paz con memoria y la garantía de no repetición.

Compromisos que, de básicos que son, no deberían importunar a nadie y desde luego no deberían utilizarse como arma arrojadiza.

La ausencia del PP de la Ponencia y los últimos movimientos del PSE, que transitan entre abandonar la ponencia o impedir que EHBildu asista a la misma (según el portavoz), no hacen sino enrarecer el clima de un instrumento, que no un fin, como es la Ponencia de paz y convivencia.

La verdad es que se hace difícil entender ese movimiento del PSE  o las declaraciones de Arantza Quiroga alegrándose de que la ponencia haya vuelto a sus orígenes que, según ella, no son otros que los de ese suelo ético. 

Que se sepa al menos, la Ponencia, nunca ha abandonado ese suelo ni ninguno de los presentes en la misma ha abjurado de él, es más, EHBildu se abstuvo en el Parlamento a la hora de someterlo votación e incluso ha afirmado los últimos días que, aunque sea de manera implícita, aceptan ese "suelo ético".

Que la izquierda abertzale tiene camino que recorrer hasta interiorizar que la violencia no puede ser ejercida para impulsar, imponer o apoyar proyectos políticos por razones éticas y democráticas y no por estrategia electoral es evidente, de la misma manera que otros tienen que asumir que la izquierda abertzale tiene todo el derecho del mundo a existir y participar en política en pie de igualdad, aunque esto es algo que ya se sabía cuando el PSE decidió presentar la iniciativa en el Parlamento.

Como también es sabido que lanzarse acusaciones mutuas desde la tribuna pública no facilita en absoluto el abandono de las trincheras de cada cual y que nos retrotrae a tiempos pasados que, en este caso, fueron mucho peores.

Así pues, habrá que concluir que hay quien no se resigna a no hacer de la paz y la convivencia un arma electoral y partidista, lo que nos lleva directamente al subsuelo de la política.

Una pena, la verdad, porque sinceramente creo que la Ponencia es necesaria, que la ausencia de violencia no constituye la paz en sí misma y que este país necesita mucho diálogo sin micrófonos ni cámaras delante para poder construir, lo que al fin y a la postre serán los cimientos de la convivencia futura del país.

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