viernes, 31 de mayo de 2013

Todos somos Beatriz

En pleno debate sobre la modificación de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo en España, asistimos estupefactos al caso anti abortista más extremo en el Salvador, donde a una mujer, de nombre ficticio Beatriz, le pretenden obligar a dar a luz a un feto inviable aún a riesgo de su propia vida. 

La mujer, de 22 años, padece Lupus, enfermedad renal grave y preclamsia, mientras que el nasciturus es anencefálico –le falta de parte del cerebro- con lo que o bien nacerá muerto o bien morirá a los pocos días no sin padecer enormes sufrimientos. 

Ante esta situación, la sala de la corte suprema de justicia de El Salvador ha rechazado la solicitud de amparo de Beatriz y le prohíbe abortar bajo amenaza de 50 años de cárcel para ella y 12 para el facultativo que le pudiera practicar la interrupción de ese embarazo. 

La iglesia Salvadoreña, muy lejos de aquella que en su tiempo albergó en su seno al asesinado Monseñor Romero, principal defensora de la actual legislación salvadoreña, ha manifestado por boca del Arzobispo de San Salvador José Luis Escobar que: "nos preocupa" que el caso de esta joven sea "la puerta" para "legalizar el aborto" en el país, que desde 1998 está penalizado en todas sus formas. Es decir, que su máxima preocupación en este momento no es salvar la vida de la madre, toda vez que la del nasciturus está desahuciada, que desde mi punto de vista sería lo más cristiano,sino el debate que se pueda abrir. 

Como decía al principio este es un caso extremo, la vida del nasciturus no es viable y la de la madre corre peligro, pero en el fondo, el debate es siempre el mismo ¿tiene derecho la mujer a elegir libremente cuándo continuar con un embarazo? 

Desde mi punto de vista, la respuesta es inequívoca: por supuesto que sí, sin embargo, para muchos de los grupos pro vida, la iglesia católica y los sectores conservadores la respuesta es que no, que hay que defender la continuación del embarazo hasta el final, sean cuales sean las circunstancias y/o riesgos del mismo ya sea para la madre, ya sea para el nasciturus o para ambos. 

Quienes mantienen esta tesis, para justificarla, suelen apelar al derecho natural, a la voluntad divina o a la doctrina eclesial de turno es decir, a razones "superiores" a las del propio libre albedrío de la mujer.

Ahí es donde todos los argumentos anti abortistas encuentra su raíz común, la creencia de que la mujer no es dueña de su cuerpo y que si se le diese absoluta libertad para disponer de él, lo haría con irresponsabilidad. 

No conozco a ninguna mujer que tras un aborto, natural o quirúrgico, haya salido a celebrarlo, ni mujeres que barajen el aborto como método anticonceptivo, ni mujeres tan insensibles como para tomarse a broma algo tan serio como la vida.

Sin embargo, quienes tras el argumento del derecho a la vida del nasciturus pretenden evitar so pena de cárcel la interrupción voluntaria del embarazo, en su seno interno saben y si no lo saben se lo digo yo, que hay circunstancias en los que esos abortos son inevitables y por lo tanto, lo único que se consigue con su punto de vista es hacer depender del poder adquisitivo de la embarazada su propia seguridad. 

Yo tengo una absoluta confianza en la madurez, sensibilidad e inteligencia de las mujeres y por ello me opongo a cualquier reforma legal que no vaya encaminada a garantizar el aborto libre y gratuito dentro de un sistema de plazos.

Quienes no tengan esa confianza, o peor, crean que las mujeres son incapaces de tomar decisiones de manera libre y responsable, que no se me escandalicen luego cuando ven mujeres con Burka en países lejanos o escuchen truculentas historias de prehistóricas aplicaciones de la Sharia, porque en el fondo, albergan el mismo sentimiento que aquellos que con la excusa de una ultra machista interpretación del Islam, sólo pretenden garantizar sus privilegios patriarcales.









1 comentario:

  1. http://www.berria.info/blogak/lertxundi/?title=nahiko_hunan&more=1&c=1&tb=1&pb=1

    Txema.

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