jueves, 16 de mayo de 2013

El movimiento cooperativista vasco


El movimiento cooperativista vasco, y muy en especial Mondragón Corporación Cooperativa, siempre han sido puestos como ejemplo de buena gestión empresarial y han sido orgullo de todos los gobernantes, fueran éstos del color que fueran.
Una Mondragón Corporación Cooperativa, que el lunes adoptó una decisión que hay quien ha calificado de histórica y que  consiste en destinar un 1% del presupuesto del Grupo a dotar con 70 millones de euros un Fondo de Reestructuración y Empleo Societario (FRES) con el objetivo de garantizar la viabilidad futura de una de sus empresas bandera, Fagor Electrodomésticos, que tiene serias dificultades en este momento. http://www.mondragon-corporation.com/CAS/Sala-de-Prensa/articleType/ArticleView/articleId/1724.aspx
El fondo tiene naturaleza de crédito a devolver en 5 años. Por su parte, los trabajadores de Fagor se reducirán el sueldo en más del 6%.
Es decir, de una tacada, el grupo MCC, se ha auto concedido un crédito de 70 millones de euros que ninguna de esas entidades bancarias tan “apegadas” al territorio estaba dispuesto a darle, y al mismo tiempo ha puesto en entredicho todas las tesis que defienden que cuando una empresa empieza a ir mal la solución es la deslocalización y/o el cierre.
Sin embargo, los sectores más liberales, a la hora de analizar este movimiento de Mondragón Corporation, se han olvidado de censurar las actitudes de los bancos y de otras grandes empresas y se han apresurado a subrayar la actitud solidaria de los trabajadores del Grupo y la flexibilidad en la rebaja de salarios por parte del personal de Fagor.
En primer lugar, yo no hablaría tanto de solidaridad interpersonal como de sentimiento de grupo, muchos de los trabajadores de cualquiera de las múltiples empresas del MCC, se autodefinen como trabajadores del Grupo antes de cómo trabajadores de una de esas empresas. Y por lo tanto, al intentar salvar Fagor, lo hacen por solidaridad, sí, pero sobre todo porque es una de las empresas de Grupo y el Grupo somos todos.
Y con respecto a la flexibilidad en la rebaja salarial, sólo cabe entenderla en clave cooperativista, es decir, de un grupo de trabajadores que al mismo tiempo son dueños de esa empresa y por lo tanto están dispuestos a apretarse el cinturón cuando las cosas van mal, pero porque en su momento también disfrutaron de los momentos dulces y no en forma de paternalista cesta de navidad, sino de reparto de beneficios, y  aspiran a volver a tenerlos en un futuro.
Quien quiera trasladar la actitud de los cooperativistas a la de las plantillas de cualquier Sociedad Anónima, se equivoca de plano, porque lo que no es aceptable es que cuando las cosas van bien se repartan los beneficios entre cuatro, mientras que cuando van mal pretendan repartir la miseria entre todos.
Las empresas, como cualquier otra organización requieren de la implicación de todos sus componentes para que funcione de manera justa y apropiada. La ausencia de información a los trabajadores, los ERES incompresibles desde un punto de vista estrictamente financiero, las deslocalizaciones para maximizar beneficios, la explotación hasta el límite de la normativa laboral para ahorrar hasta el último euro en costes laborales al tiempo que se reparten millones de euros en dividendos, es muy difícilmente compatible con pedir ahora sacrificios a los trabajadores bajo amenaza de cierres inminentes.
Desde mi punto de vista, es fundamental que las relaciones entre trabajadores y accionistas se altere de manera radical, empezando por proporcionar a los primeros una información absolutamente transparente de la situación de la empresa, siguiendo por tratarlos como parte esencial de un proyecto, que lo son, y sobre todo repartiendo tanto beneficios como pérdidas cuando haya que hacerlo.
Esa visión de algunos empresarios en la que ellos son quienes arriesgan el capital y los trabajadores no son más que mano de obra que aportan poco o ningún valor añadido para poder proporcionar un producto o servicio, es la principal responsable de muchas de las deslocalizaciones y cierres que se producen, así como de muchas de las protestas laborales frente a las puertas de las empresas.
Muchas de las empresas que en la actualidad están en serias dificultades como consecuencia de la desaparición del crédito bancario, podrían salvar su situación si los propios trabajadores se convirtieran en accionistas, dando lugar así a una inyección de capital similar a la del resto de cooperativstas con Fagor, pero para ello, es fundamental cambiar la mentalidad de muchos empresarios, y también, por qué no decirlo, de muchos trabajadores.
Cuando oigo que de las grandes crisis surgen las grandes oportunidades, una de las pocas que me viene ésta a la cabeza es la de alterar el modelo de relaciones trabajador-empresario y que las empresas lo sean de sus protagonistas y no exclusivamente de sus socios capitalistas que rara vez son capaces de ver las realidades humanas detrás de los balances y las cuentas de resultados.

3 comentarios:

  1. Cierto es que en estos momentos de crisis, somos los trabajadores/as los que más estamos pagando los excesos de determinados mangantes que todos conocemos. Además, también es verdad que sería cojonudo que la relación obrero - patrón cambiara y nos igualara más. 100% de acuerdo en esto. Pero hay otro factor que, en mi humilde opinión, hay que tener en cuenta: La cultura.

    Si una persona tiene un bar y contrata a dos camareros, normalmente, el dueño es el que más mueve el culo por el negocio (es su pasta) mientras que, los otros dos, cumplirán con su trabajo, pero hasta ahí. No me pida más, que el chiringuito no es mío.

    Por triste que pueda resultar, muchos de nosotros (hago autocrítica) tenemos en este país el chip de trabajar lo justo para irnos lo antes posible a casa. Y lo entiendo. La vida no es sólo trabajar. Ni mucho menos.

    También hay algún que otro extraño supercurrela al que, de vez en cuando, le tienes que recordar que el negocio no es suyo...

    Digo esto porque, en muchas ocasiones (demasiadas) se nos compara con alemanes, suecos, canadienses y no se cuántas culturas más. Y esto no puede ser así porque, antropológicamente, somos diferentes.

    Por ello, entiendo que la relación obrero - patrón ha de ser modificada. Pero, del mismo modo que no es el mismo movimiento de izquierdas el chavismo, el lulismo, el castrismo y el leninismo (yo me considero seguidor de Lula), mi pregunta sería de qué modo podríamos adaptar una revolución social de esa envergadura a un lugar como España, con sus diversas diferencias culturales entre pueblos y comunidades, medios, capital,...

    Digo esto porque he leído recientemente un documento de IU que tiene un "tufillo" de pactismo con el Psoe que tira pa´atrás. Me parece, sinceramente, muy conformista.

    Creo que deberíamos "atar" más ciertos cabos de nuestra propuesta política, alzar la voz y decir sin tanto complejo que queremos un cambio de sistema. ¡Pero ojo! No sólo hay que decirlo, sino hacerlo.

    Por lo tanto, de acuerdo contigo pero... ¿Cómo podemos "alterar" la relación patrón - obrero de forma adecuada? ¿Por las urnas sólo nosotros? ¿Pactando con partidos de "centro"? ¿Una revolución tal vez?

    Y, sobre todo, que seamos consecuentes con lo que decimos.

    Un abrazo y perdón por la "chapa".

    Txema.

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  2. " ...es fundamental que las relaciones entre trabajadores y accionistas se altere de manera radical"

    Lo más radical es que los trabajadores sean accionistas :), el cooperativismo es la solución a todo este juego capitalista. Exceptuando los sectores públicos donde el Estado sería el "patrón" todo lo demás debería de ser cooperativismo o autoempleo. Y solo nos falta venderlo bien, para que cuando a la ciudadania se le hable de cooperativismo no piense solo en agricultura e industria. Hay cooperativismo en fruterias, despachos de abogados, mercerías, periódicos... :D


    Andoni

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    1. Andoni, otra opción más radical todavía es que todos/as seamos funcionarios y trabajemos para el estado, como propone el comunismo. Y no me parece mala opción tampoco...

      Txema.

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